Con este lema, prácticamente todo el mundo entero prepara actos para desarrollarse el sábado 28 de marzo para luchar o poner de manifiesta la lucha contra el cambio climático. Evidentemente, no hay casi nadie que se oponga y que no vaya a participar en estas iniciativas, que de 5 minutos de otros años se pasa a una hora, a 60 minutos. Cómo va a negarse un país, cualquiera, cualquier potencia mundial, a parecer que se interesa y se preocupa por el planeta durante una hora, de cara a todo el mundo, mientras las otras 8.759 horas del año, siguen sin cumplir los compromisos y objetivos de tratados internacionales firmados en numerosas ocasiones. Está bien, una hora de bondad por más de 8.700 de maldad contra el planeta. Yo también no dudaría en participar.
La hora del planeta no será de verdad del planeta hasta que sea una hora en el que los líderes mundiales firmen y se comprometan de verdad a cumplir con todos los puntos de esos acuerdos internacionales de lucha contra el cambio climático y de carácter ecológico medioambiental. Una hora para un futuro de verdad de este planeta cuyos síntomas de cambio acelerado del clima son evidentes, aunque parece que no lo suficiente para que la causa medioambiental siga siendo una postura política demagógica, populista y de lavado de cara de los países.
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