viernes, marzo 05, 2010

Apaleando la sociedad un rato

Dice el actor Willy Toledo que en España no hay libertad de expresión, y tiene razón el pobre hombre que actualmente se encuentra detenido y en prisión por criticar al Estado. Ah no, que sigue en libertad, pudiendo decir lo que quiera, convocando a los medios de comunicación para criticarles, dando declaraciones en radio, prensa, Internet y televisión. Y duerme en casa sabiendo que nadie, a ninguna hora, tocará a su puerta para llevárselo a ninguna cárcel por el mero hecho de decir lo que piensa, aunque no le haya gustado a mucha gente, incluido un servidor, que, ante sus palabras sólo opina que está equivocado. Pero es una opinión, como la suya, y por ellas no nos van a detener porque en España hay libertad de expresión, que a veces se critica su falta cuando se sufren críticas. Siempre queda bien denunciar cosas así para desviar la atención de los hechos que uno mismo ha provocado.

Otra cosa es que el periodismo y la comunicación en este país esté tan mal como está. Éste es otro debate que merece como siempre una reflexión muy seria aunque el periodismo español no tenga ganas de cambiar muchas cosas ya que se ha acostumbrado a vivir de la forma en la que vive, auto-desprestigiándose y fomentando su humillación en cuanto puede con ejemplos como los de acudir a ruedas de prensa sin preguntas, no quejarse cuando se les culpa de "mailinterpretar" las palabras de los políticos, los insultos y desmanes de los futbolistas y entrenadores de fútbol, y mil y una muestras más así; todo ello en una prensa cuyos dueños sólo viven por intereses político-económicos, sensacionalistas y partidistas sin miramientos.

Mención especial para los lumbreras de la campaña "Esto lo arreglamos entre todos.org", un grupo expertos en marketing que usan a famosos para que le digan a la gente que no estamos tan mal, oigan, y que la crisis, con positividad se pasa. Cuando bancos, supermercados, panaderías, vendedores de entradas, panaderos, electricistas, etcétera, permitan usar la positividad como moneda de cambio, la gente verá bien iniciativas como éstas, pero mientras usemos el dinero, hará falta un trabajo para cambiar el esfuerzo por dinero y luego el dinero por productos y servicios. Así que en vez de pedir positividad, que exijan empleo para la gente y medidas para crearlo y cambiar el modelo productivo y mercado laboral español y que cada uno pueda permitirse tener aquello que su sueldo (en un mundo feliz sería proporcional a su trabajo) le deje tener.

Y todo esto ocurre en un país cuya sociedad y sus políticos creemos que hemos recuperado los 40 años del franquismo y tenemos una democracia tan asentada como otros países europeos o los Estados Unidos de América, cuando en realidad tenemos un enorme déficilt en numerosas materias que conforman la democracia algo que sólo se consigue con el tiempo y la experiencia. Esperemos.