Cataluña es una realidad nacional. Andalucía es una realidad nacional. Andalucía y Cataluña son lo mismo, se sienten lo mismo. Yo creo que no. Estoy seguro que no.
Cataluña es una ‘realidad nacional’, con sentimiento histórico de ser algo distinto respecto a las demás partes de España. Con una aspiración incluso de ser igual que España, un país, un estado. Andalucía nunca tuvo esa sensación última de ser un estado, ni mucho menos. Las tesis del andalucismo se basaban en el desarrollo de Andalucía en beneficio del desarrollo de España. Desarrollo de las partes, desarrollo del todo. Andalucía y Cataluña no somos lo mismo.
Que en ambos estatutos vaya a figurar el mismo reconocimiento indica que alguien no sabe ciertamente qué es. Que sólo mira a los demás para tener lo mismo, para ser como el otro. Quizás crean que ser distinto es ser inferior, pero yo nunca he pensado que Andalucía fuera peor que Cataluña. Diferente sí, por supuesto.
Ambas definiciones de ‘realidad nacional’ van en los preámbulos de los nuevos estatutos de autonomía. Valor jurídico, dicen que poco. Valor simbólico, mucho. Simbólicamente, Andalucía y Cataluña no son lo mismo, y jurídicamente hoy por hoy tampoco. El estatuto actual catalán otorga más competencias a Cataluña que a Andalucía, y me parece lógico que en una estructura de país de autonomías, todas aspiren a tener las mismas competencias o las máximas posibles si así lo desean. Pero no son lo mismo. No me imagino a Murcia una ‘realidad nacional’, ni a Extremadura una ‘realidad nacional’ siempre y cuando lo sea Cataluña. No digo que Andalucía, Extremadura y Murcia no sean ‘realidades nacionales’, sino que si lo fueran, Cataluña y otras comunidades ‘históricas’ (como las denomina la Constitución) deberían ser algo distinto, posiblemente superior en el concepto de autonomía, de parte de un todo.
Yo no me siento inferior a un catalán ni a un vasco ni a un murciano. Pero tampoco me siento igual. No somos lo mismo, somos distintos, y eso es lo que hace de este país un lugar tan rico culturalmente. En mi comunidad no existe un sentimiento más o menos extendido, unas tesis, unas leyendas, unos recuerdos de una Andalucía como un estado distinto al de España. Nos sentimos parte de España y queremos que tengamos un gran desarrollo, una gran calidad de vida, etc. porque eso es bueno para todos los andaluces y todos españoles. No somos peores, somos distintos.
Y los políticos deberían saberlo. Desde Cataluña ya se han manifestado que no están en contra de la ‘realidad nacional’ andaluza, como yo tampoco lo estoy, sino que si Andalucía lo es, Cataluña tiene que ser por definición (incluso simbólica) algo más allá de ése expresión.
En términos jurídicos no entro, para eso tenemos la constitución que marca la igualdad de todos ante la Ley, pero los sentimientos no pueden ser marcados, dirigidos o anulados por ninguna ley. El respeto a esos sentimientos debe ser total para la convivencia entre todos. Entre los que aspiren a ser un día un todo y entre los que somos parte del todo.
Por tanto, para mí debería dejarse el término ‘realidad nacional’ para Cataluña y las comunidades ‘históricas’ y que el resto, si lo desean, se denominen de alguna otra forma. Y que los ciudadanos de todas las regiones tengamos los derechos y deberes que marca la Constitución, que para eso nos la otorgamos. Si algún hay que modificarla, se hará y todos los aprobaremos o rechazaremos. No debe haber preocupaciones, sólo ser conscientes de nuestra propia ‘realidad nacional’ plural.
viernes, abril 28, 2006
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1 comentario:
Yo me considero una ficción nacional. Gran post canalla.
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