Igual es sólo un problema de números, pero la polémica de las obras de Gallardón en la llamada Reforma del Eje Prado-Recoletos de la ciudad de Madrid está dando demasiado que hablar. El Ayuntamiento dice que sólo serán afectados 29 árboles, de los que 10 están podridos, es decir, sólo 19 árboles se quitarán. Los detractores, con la ecologista verde-billete-de-mil-pelas Baronesa Thyssen se niega en redondo a permitir esas obras que entre otros motivos que apenas quiere hablar, dice ella, se encontraría la paralización de la compra por parte del Estado de otra colección de cuadros del Barón Thyssen (véase también que ella paraliza la venta…) y que significaría la desaparición de más esa 700 árboles en esa zona. 19 contra 700. Es una ligera diferencia, un pequeño matiz, un cero más por aquí o por allá. Alguien fijo que no lleva razón.
Tampoco se ponen de acuerdo al decir que las obras afectarán al tráfico porque habrá más tráfico y sin árboles más contaminación, mientras los arquitectos prevén y las obras se hacen con ese fin, la reducción en un 20% del volumen de vehículos que circulan a diario por la zona.
Yo tengo ganas de ver cuánto tiempo aguanta la Baronesa encadenada a un árbol para evitar las obras que simplemente pretenden convertir el Eje Prado-Recoletos en el paseo que fue a principios de siglo XX contando, lógicamente, con la presencia, aunque en menor medida, de vehículos. Vaya, no le ha dado tiempo de venir a Málaga a protestar por que vayan a reforman el Parque del centro para lo que también necesitan reformar una zona de la arboleda centenaria. O en Marbella. O en los terrenos de Terra Mítica o en miles de lugares que han sacrificado terrenos verdes para ser urbanizados. Pero no tenía nada que vender allí.
Pero bueno, no es este post una crítica a la Baronesa Thyssen, que lo ha sido, sino a esas polémicas que surgen incomprensiblemente de posturas tan contrarias como 19 árboles contra 700. Más polución contra un 20% menos de tráfico. Alguien debería ir pensando en crear una secretaría, un ministerio, un juzgado, una junta o algo para dejar temas sentenciados de este tipo. Mira, son 19, o 700, es igual, los árboles que desaparecen. A partir de este punto superado ya, sigamos hablando. Pero embolicarse con esas tonterías es algo que a mí siempre me ha mosqueado mucho.
Recordaré siempre la Sección del Ortega (Juan Carlos Ortega, la evolución de Gila) en la que iban a tener un debate sobre… [tengo que escucharlo que no recuerdo todo bien, es sano volver a recordarlo]… ah sí, sobre si existe el alma. Voy a reproducir por escrito lo más interesante. Primero los invitados: Abelardo Muñoz, teólogo; José Luis Nogueira, profesor de filosofía en la Universidad de Málaga; Elena Álvarez, profesora de religión en Elche; Abelardo Iniesta, experto en religiones orientales; María del Mar Quintana, médium y espiritista; Miguel Ángel Soto, periodista especializado en temas esotéricos; Diego Quesada, sacerdote de la Iglesia Católica; Rebeca Beltrán, periodista y autora del libro “El alma es algo muy real”; Fernando Gómez, psiquiatra y periodista; Adela Beltrán, psicóloga-química; y por último Ricardo Castro, parapsicólogo y ufólogo.
Parece que es mucha gente para un debate, pero es que estos invitados están a favor de la existencia del alma, ahora faltan los que están en contra. Que son: Luisa Aguirre, física-teórica [otro día pondré a Henry McMurray]; Magdalena Cabaña, profesora de química; Luis de Juan, periodista y autor del libro “El alma no existe”; Carmen Rojas, vicepresidente de la Asociación de Amigos de la Razón Científica; Bernabé Armengol, miembro fundador de la Asociación Materialista Carlos Marx; y por último Irene Doménech, historiadora con voz de hombre.
Presentados todos, el Ortega hace una pregunta a todos a la vez: ¿existe el alma? Lo que se oye es como lo que escucharía uno en su cabeza si viera Salsa Rosa 73 horas seguidas. No se entiende anda salvo a la pobre médium acabando la última al hablar y diciendo “muy relativo todo esto, no?”. Luego, conclusiones generales para acabar. Mismo batiburrillo de voces y uno de las voces masculinas o la de la última historiadora diciendo “esta sería mi conclusión”. El Ortega despide a los invitados (adiós adiós), todos se despiden del Ortega (adiós adiós) en otro batiburrillo y se termina escuchando a una pobre mujer diciendo… “qué lástima que no hayamos tenío más tiempo para desarrollar la idea que yo tenía en el cerebro…”
Bueno, el Ortega luego que esto que ha hecho él, lo ha visto en televisión. Pues yo también! Y me da mucho coraje. Fue en un programa de TVE1 donde debatían sí era legal/lícito/moral, etc. el permitir que se engendre un hijo que sea compatible con otro para curarle una enfermedad. “Hijos a la carta” le llamaban algunos. El debate empezó con un detractor que aseguraba que no podía ser legal porque en la selección se eliminaban embriones y por tanto seres humanos. A eso le replicó enseguida una defensora, responsable de una clínica que afirmaba que ningún embrión era destruido. Que se seleccionaba uno o varios, los necesarios, y los demás se dejaban para otras personas que lo solicitasen. El debate acabó 3 horas después, de madrugada con una conclusión final. Efectivamente, el mismo detractor acabó el programa diciendo que para él no era permisible porque se destruían los embriones no seleccionados. 3 horas al garete sin sacar nada en claro. Para mí eso no es un debate, es una pérdida de tiempo en escuchar mítines de los demás. No se trata de no terminar hasta que todo el mundo esté de acuerdo, sino avanzar en la discusión a partir de cosas concretas, objetivas, confirmadas o negadas, pero que todos acepten y vuelvan a montar sus argumentos, si pueden, basándose en ellas. Y cuando se llegue al punto meramente de opinión o creencia, acabar el debate y a sus casas. Pero eso da igual.
Como acababa esa misma sección del Ortega diciendo qué sería para él un debate honesto sobre la existencia o no del alma. Tenemos a Julián Castro, hombre que cree en la existencia del alma; y Pablo Guzmán, hombre que no cree en la existencia del alma. Empiezan a debatir. Julián: “Bueno, yo creo que el alma existe”. Pablo: “Pues yo creo que el alma no existe”. Hasta aquí el debate, muchas gracias.
Por cierto, para mí Zidane es el mejor jugador del mundo de la Historia. Honestamente indebatible.
sábado, mayo 06, 2006
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