Tres niñas de 11 años le rompen una pierna a una compañera de clase por tres partes distintas a la salida de un colegio en Ponferrada, León. Al parecer, ya la venían insultando desde el recreo donde le propinaron varios empujones y tirones del pelo. La chica lleva una semana encerrada en casa y “mal psicológicamente” según denuncian sus padres. Éste es uno de los últimos casos de “bullying”, como se denomina a esta violenta práctica entre los jóvenes escolares, aunque puede responder sin lugar a dudas a la expresión “terrorismo infantil” o “terrorismo en las aulas”.
La violencia “horizontal”, es decir, la que se produce entre los alumnos de una misma clase, ha existido siempre, si bien es cierto que solía limitarse a insultos, pequeños empujones, gritos, burlas..., una violencia psicológica, tan injustificable y condenable como la física, o incluso más. Pero con los últimos casos hechos públicos, la escalada en la gravedad de las agresiones está consiguiendo, por fin, alertar a los máximos responsables de la educación en España. La repercusión mediática de estos hechos ha convertido la violencia en las aulas en tema de actualidad y ha sugerido numerosos debates. Entre esos debates, está el que mantienen algunos expertos y sociólogos sobre si la violencia en las aulas se ha incrementado o si ‘simplemente’ lo que ocurre es que este fenómeno ha adquirido mayor visibilidad, ayudado, sin duda, por las cámaras de los móviles y otros dispositivos de grabación parecidos. Sea lo que sea, no es tolerable que cada año casi el 2 por ciento de los alumnos y jóvenes españoles sufran acoso escolar de manera constante y un 5,6 por ciento lo sufran de forma esporádica.
Pero el “terrorismo en las aulas” no se limita sólo a la violencia “horizontal”, sino que en los últimos años estamos asistiendo a innumerable casos de agresiones contra los profesores por parte de los alumnos. Según un estudio elaborado por el sector nacional de Enseñanza de CSI-CSIF, el 73 por ciento de los profesores de Secundaria ha sufrido agresiones verbales por parte de sus alumnos o de los padres de sus alumnos, y el 15 por ciento, agresiones físicas. Los resultados de esta encuesta elaborada en centros públicos de Primaria y Secundaria, demuestran que el 86 por ciento del profesorado ha sufrido falta de respeto alguna vez en su vida. El 80 por ciento de estas situaciones se han producido en el aula, frente al 12 por ciento que se han producido fuera del centro. La encuesta, además, pone de manifiesto que el 79 por ciento de los agredidos, lo han sido repetidamente, y el 8 por ciento lo sufre diariamente.
Esta situación es consecuencia de varios factores. Uno de ellos es la falta de respaldo jurídico de los profesores, quienes se sienten indefensos ante una agresión, ya que, si responden y se defienden, pueden ser denunciados y sancionados gravemente por agresión a menores, acabando instantáneamente con sus carreras profesionales.Otro de los factores es que nuestros jóvenes están haciendo gala de una absoluta falta de respeto a la autoridad docente. Los profesores no son capaces de conseguir que los alumnos se comporten en clase a través de medios “dialécticos” y, como tampoco es aceptable el uso de la fuerza por su parte, la situación acaba descontrolándose por completo.
Mucho han cambiado los comportamientos entre generaciones cercanas entre sí. No hace mucho, cuando un profesor quería cortar la actitud violenta o irrespetuosa de un alumno, solía emplear un ‘regletazo’, un cachete en el trasero o un bofetón en la cara si era algo más grave. Incluso, cuando el niño se lo decía a sus padres y éstos iban a ver al profesor, los padres le daban al maestro la razón y le animaban a que, si volvía a actuar de esa forma irrespetuosa con sus compañeros o con el profesor o volvía a ser violento con alguien, no dudase el maestro en volver a aplicarle esa “dosis” de disciplina. Ahora es todo lo contrario: pobre del profesor al que vayan a verle los padres de un alumno que diga que ha sido agredido por el maestro, porque son los propios padres los que se encaran, amenazan, insultan y agreden al profesor.
Por supuesto, esto no es una apología de la violencia de parte de los maestros, es tan sólo una muestra del giro que han dado las cosas en cuanto a las relaciones profesores-alumnos. Incluso ni siquiera se trata de un cambio en las tornas tal cual, puesto que antes los alumnos no estaban sometidos a los docentes por la fuerza física, sino que se trataban de acciones coyunturales para mantener una disciplina y un respeto que permitiera dar las clases y educar a los jóvenes. Por tanto, no hay ninguna “rebelación” del alumnado contra agresiones sistemáticas del profesorado: es una violencia gratuita hacia los profesores y otras autoridades que pagaremos todos muy caro cuando estos chicos y chicas tengan que llevar las riendas de nuestra economía, política, cultura y el resto de las actividades y ámbitos de la sociedad española.
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Artículo escrito y publicado en los diarios pertenecientes al grupo Edicosma donde realizo mis amadas prácticas de empresa de periodismo.
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lunes, noviembre 06, 2006
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2 comentarios:
jummm, recuerod que estuve en el consejo escolar de chico, cuando estaba en 6º de EGB y noté cierta presión "horizontal" por parte de algún listo...pero la situación ahora mismo está desmadrada.
Yo la verdad que siempre fui de los que se llevo mas o menos bien con todo el mundo, ni era abusón ni abusado. Los abusones me respetaban y a los que solían ser los abusados los respetaba.
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